Por el Centro Guerrero (2009-2011). Política cultural, crisis institucional y compromiso ciudadano

Nota Preliminar

SI, EL CENTRO GUERRERO ES POSIBLE

Cuando a mediados del año 2010 iniciamos el proyecto editorial Ciengramos, lo hicimos ante la necesidad de pensar la ciudad de Granada desde perspectivas diversas y a partir de determinados acontecimientos y experiencias de un pasado próximo que creíamos relevantes para pensar nuestro presente social, político y cultural. Ciengramos surge del engranaje de TRN-Laboratorio artístico transfronterizo, una plataforma de generación de proyectos impulsada ante la necesidad sentida por sus miembros de contribuir a la generación de propuestas culturales que dinamicen la ciudad y de debatir las políticas culturales que en los últimos años se están poniendo en juego.

En este sentido, quisiéramos confesar que TRN se fraguó por la influencia y el impacto que tuvo en nosotros la intensa actividad crítica -y también activista- que emergió en Granada durante los años 2009 a 2011 alrededor de la crisis que sufrió el Centro José Guerrero. Fue, a partir de observar y converger en varios momentos en los espacios discursivos que surgieron para reflexionar y debatir sobre la situación que estaba viviendo el Centro, cuando tomamos conciencia de la necesidad de generar foros y plataformas en los que ese trabajo colectivo de análisis crítico de la gestión de la política cultural en la ciudad fuera una labor de continuidad. Nuestra aportación a esta tarea ha sido, entre otras, impulsar TRN y Ciengramos, el primero como espacio de encuentro y el segundo fijando una línea editorial que tiene esa labor como objetivo.

Con estos precedentes, cuando iniciamos la tarea de seleccionar y relacionar aquellos temas a los que Ciengramos iba a prestar atención para su colección editorial, no podíamos dejar a un lado “la crisis del Guerrero”, ya que supuso una experiencia excepcional en la ciudad donde se hicieron públicas y enfrentaron distintas ideas y posiciones en torno a lo que debía ser el proyecto cultural de una institución pública como la Diputación de Granada. Dependiente de ella, el Centro José Guerrero, justo cuando se cumplían diez años de su inauguración, sufrió un episodio de crisis que hizo peligrar la continuidad de la propia institución y de su programa cultural. En ese momento, la sociedad civil y el sector profesional del arte emprendieron una campaña en defensa del centro impulsada, en gran parte, por las acciones de la plataforma ciudadana “Por el Centro Guerrero”. Su compromiso y apoyo a la continuidad del Centro José Guerrero, junto con el de otras muchas personas en la ciudad –y más allá de ella-, demostraron que la labor cultural y pedagógica llevada a cabo en una década por el centro de arte era, como exponía uno de los manifiestos de la plataforma, NECESARIA, DESEABLE, SOSTENIBLE y POSIBLE.

Frente a otras crisis sufridas por diversas instituciones artísticas dedicadas al arte contemporáneo en España (Centro de Arte Santa Mónica, Sala Rekalde, Proyecto Amárica, Centro Cultural Montehermoso MuVim, IVAM, etc.), el caso granadino resulta singular, ya que la presión social consiguió evitar la disolución del Centro José Guerrero y mantener su proyecto cultural en la ciudad. Podría ser este un claro ejemplo de lo que una sociedad organizada puede cuando entiende que se está administrando mal su confianza en un proyecto político, tomando decisiones que crean perjuicios al bien común, y no está dispuesta a ello.

Hemos intentado en esta publicación situar la crisis del Centro José Guerrero en un marco mayor: el debate sobre la institución cultural pública, su función y estado, en un momento como el actual en el que la red de espacios para el arte surgida en España a finales de los años ochenta está sufriendo una notable reducción de inversión, lo cual está debilitando sus programas y equipos o finalmente llevando al cierre y desaparición a algunos espacios, o en otros casos, infraestructuras a las que se ha destinado gran cantidad de dinero público se encuentran hoy ante el incierto futuro de no contar con presupuesto para la contratación de personal o para el desarrollo del proyecto cultural para el que fueron impulsadas.

Confiamos en que el interés de esta publicación pueda alcanzar contextos más allá del granadino, contribuyendo a incentivar un debate necesario para encontrar fórmulas con las que repensar la labor de las instituciones culturales públicas en el presente y futuro próximo.